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Sin poder regresar a sus países y con Estados Unidos recibiendo migrantes a cuentagotas, mujeres centroamericanas trans esperan en el albergue «La Casa de Colores», en la mexicana Ciudad Juárez, anhelando alcanzar el «sueño americano».

Son 43 mujeres de Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua las que viven en este refugio de la frontera, donde por años han transitado migrantes que buscan cruzar, con papeles o sin ellos, a territorio estadounidense.
«La mayoría vienen huyendo, no pueden devolverse a sus países, nos quedamos atrapadas en Ciudad Juárez», dijo a la AFP Susana Coreas, una salvadoreña de 41 años que fundó el albergue en septiembre.


Mujeres trans guardan esperanza
Su espera parece eterna, pues ninguna está inscrita en el Programa de Protección a Migrantes (MPP, por sus siglas en inglés), creado por el expresidente estadounidense Donald Trump para que los solicitantes de asilo permanecieran en México mientras se tramitaban sus procesos.

Aunque el MPP fue desmantelado por su sucesor, Joe Biden, haberse registrado de antemano en el programa es un requisito para aplicar al estatus de protección.

Las residentes de «La Casa de Colores» confían en que Biden lance un nuevo plan como parte de la flexibilización de sus políticas migratorias, que ha desatado una carrera hacia la frontera, sobre todo por parte de migrantes centroamericanos.

También esperan que se restablezca por completo el tránsito terrestre en la zona limítrofe, restringido desde hace un año por la pandemia de covid-19, para cruzar en busca de asilo.

Los centroamericanos argumentan que huyen de la violencia y la pobreza en sus países, agravada por recientes desastres naturales. Mujeres trans y homosexuales a menudo denuncian ser perseguidos por su identidad de género.

Pero la noche del miércoles fue de fiesta para Coreas y sus amigas. Se pusieron sus mejores trajes y se maquillaron unas a otras para celebrar el Día Internacional de la Visibilidad Trans (Travesti, Transgénero, Transexual).
Esperanza
El albergue se ubica en un viejo hotel que la dueña de un bar puso a disposición de centroamericanos trans que no tenían donde vivir, sumándose así a otros 20 refugios para migrantes que esperan llegar a Estados Unidos.

Originaria de Santa Ana, El Salvador, Coreas es ingeniera industrial y técnica en electricidad, automotriz y computación. Sueña con llegar a Estados Unidos para reunirse en Minnesota con su hijo de 17 años, quien es residente estadounidense.

«Ya tenemos un lugar garantizado (para vivir), pero ahora lo que me preocupa es la comida, necesitamos azúcar, harina de maíz, huevo», explica la salvadoreña, quien para el festejo maquilló sus ojos vistosamente y lució un vestido y zapatos altos negros.

El lápiz labial, la pestañina y los polvos faciales son una necesidad para ellas. «Nos sube la autoestima, yo no podría salir con vestido y sin ir maquillada», comentó Coreas mientras una compañera delineaba sus ojos.

«Yo podría cruzarme, pero quiero entrar bien (de manera legal) a Estados Unidos, por eso estoy aquí, esperando», añadió, mientras en las otras habitaciones del lugar, de paredes descascaradas, las migrantes se arreglaban para salir a festejar.

Las personas inscritas en el MPP comenzaron a ingresar a Estados Unidos el pasado 19 de febrero para seguir gestionando su asilo.

Mediante ese programa, unas 70.000 personas también fueron devueltas a México entre enero de 2019 y diciembre de 2020, según organizaciones civiles estadounidenses.

De acuerdo con el gobierno mexicano, en el país permanecían hasta febrero unos 6.000 migrantes, cuyos pedidos de protección se dilataron por la pandemia.