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Los médicos o trabajadores de salud están exhaustos, se han contagiado o han hasta renunciado ante una emergencia sanitaria por el Covid-19 que no parece tener fin.

Iris Cazali, epidemióloga y jefa de Infectología del Hospital Roosevelt, habló acerca de las dificultades para atender y mantener con vida a los pacientes, pero además cuidarse ellos mismos y seguir luchando cada día para salvar vidas sin importar las condiciones.

«Vivir un pandemia es algo que nunca se había pensado. Hay un cansancio profundo entre el personal, pero no es solamente físico o por la falta de sueño, es sobre todo un cansancio emocional», confesó.

No se trata de un cansancio que deba interpretarse como falta de energía o voluntad para seguir adelante, aclaró, puesto que la naturaleza de su trabajo les hace mantener el deseo de salvar cuantas vidas les sea posible.

«Sin embargo, no puedo negar la frustración. Esta enfermedad sigue cobrando víctimas y no pareciera parar. No se están tomando las medidas, no hay suficiente disciplina o no hemos sido solidarios unos con otros para que esto pare», relató.

«Quisiera tener un medicamento mágico para que las personas se curen. Tenemos ahora la vacuna y es una posibilidad para que la pandemia pare, pero es frustrante saber que haya quienes dudan de vacunarse, otros que no solo dudan sino que publican y comparten información falsa», continúo.

Muy distinto a lo del año pasado

El panorama ahora es más sombrío con una acelerada cifra de fallecidos entre pacientes y entre los equipos de trabajadores.

«Hay colegas que fallecieron, que llegaron al hospital y ya no hubo más que hacer. Fue terrible. Cada vez que salían esquelas era muy impactante y doloroso, entonces comprendo que muchos colegas, enfermeros y otros trabajadores de salud estén sopesando esta situación».

«Quisiéramos seguir haciendo lo que nos prometimos a nosotros mismos, en un momento en el cual no tenemos la solidaridad de las mismas personas que nos toca atender», dijo Cazali.

Un factor desmotivador para al gremio es que las personas han salido nuevamente a las calles sin tomar las medidas necesarias para su protección.

«Siguen saliendo a disfrutar de lo social a sabiendas del riesgo que existe de llegar a un hospital y que cuando lleguen lo máximo que podemos hacer es darles toda nuestra voluntad, ponerlos en manos de Dios y darles los medicamentos, con la frustración de que no siempre habrán camas o espacio para todos. Eso de verdad, duele y cansa».
Más víctimas, más cansancio
La jefa del departamento de unos de los hospitales más grandes del país, dijo que este pico de la pandemia no es para nada parecido al que se registró entre julio y septiembre del 2020. «Hay más víctimas y más cansancio», aseguró.

Entre los temores de los médicos, enfermeras, técnicos en respiración, pero además, los equipos de limpieza y desinfección o de almacenaje, es llevar el virus del hospital a sus casas.

«Se vuelve difícil cuando se escapa de las manos. Hemos tenido casos en donde saben que han llevado el virus a la casa, es además de la enfermedad, un sentimiento de culpabilidad».