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El mundo del fútbol vivió un momento histórico este fin de semana, cuando Toni Kroos, a sus 34 años, disputó su último partido con el Real Madrid. Este encuentro no solo marcó el final de su carrera en el club blanco, sino también un cierre magistral a una trayectoria colmada de éxitos. A falta de su participación en la Eurocopa con la selección alemana, Kroos no volverá a vestir la camiseta de un equipo profesional. Sin embargo, su despedida del fútbol de clubes fue tan memorable como su carrera misma, ayudando al Real Madrid a conquistar su decimoquinta Liga de Campeones y sumando así su sexta Champions personal.

El ambiente en el estadio era electrizante cuando el nombre de Toni Kroos resonó por los altavoces. La ovación fue unánime, incluyendo a los aficionados del Borussia Dortmund, en un gesto de respeto hacia un jugador que ha dejado una huella indeleble en el fútbol mundial. Este reconocimiento de la afición rival subraya la importancia de Kroos no solo para el Real Madrid, sino también para el fútbol en general, especialmente de cara a la Eurocopa que se celebrará en Alemania este verano.

Kroos se va por la puerta grande

El encuentro contra el Borussia Dortmund no fue sencillo. Desde el primer minuto, el equipo alemán presionó con intensidad, dificultando el juego del mediocampo madridista. Kroos, acostumbrado a dominar los partidos con su visión y precisión en los pases, se vio en aprietos ante la presión rival, perdiendo más balones de lo habitual. Sin embargo, su determinación nunca flaqueó. Continuó pidiendo la pelota y mejoró su rendimiento conforme avanzaba el partido.

A pesar de las dificultades defensivas, donde sus compatriotas del Dortmund mostraron su velocidad y energía, Kroos se apoyó en sus compañeros para mantener la compostura. La ayuda del equipo fue fundamental para que el Real Madrid recuperara el control del juego y Kroos pudiera desplegar su magia.

La calidad de Kroos brilló especialmente en el minuto 74, cuando ejecutó un córner perfecto que Dani Carvajal convirtió en el primer gol del partido. Este gol fue crucial, pues puso al Real Madrid en ventaja y les acercó a la tan ansiada decimoquinta Champions League. Aunque no participó directamente en el segundo gol anotado por Vinicius, Kroos mostró una imagen que resume a la perfección su carácter. Mientras sus compañeros celebraban, él permanecía en su campo, calmado, ajustándose las espinilleras. Era consciente de que estaba viviendo sus últimos momentos en el campo, una mezcla de alegría por la victoria y nostalgia por el fin de una era.

El momento de su sustitución fue especialmente emotivo. Kroos abandonó el terreno de juego bajo una ovación ensordecedora de la afición madridista. Con los brazos en alto, agradeció el apoyo del público, rememorando otras noches gloriosas como la final de Cardiff. Su cambio no solo marcó el final de un partido, sino el cierre de un capítulo glorioso en la historia del Real Madrid.

Tras el pitido final, llegó el homenaje definitivo. Sus compañeros lo levantaron y lo llevaron frente a la grada, donde el estadio entero cantaba su nombre. Fue una despedida digna de una leyenda, un reconocimiento a su carisma, su talento y su dedicación al equipo.